jueves, 13 de enero de 2011

Periodo de adaptación


Una vez más, una tiene que experimentar lo que tantas veces has oído para darte cuenta de hasta dónde llega la dimensión de las palabras….Esta semana estamos en “periodo de adaptación”, es decir, tanto nuestro hijo Pedro como una servidora & su papá nos tenemos que aclimatar a las nuevas circunstancias (nueva cuidadora-educadora, nuevo entorno y nuevos amigos durante 8 horas al día) que supone mi reincorporación laboral, y nos está costando bastante más de lo que habíamos llegado a imaginar cuando gente cercana nos lo contaba  su experiencia al haber pasado por algo parecido…. Me vienen  a la cabeza ahora las conversaciones sobre este tema que tuve en su momento con unos excelentes amigos que viven fuera de España (ellos saben quién son y no veo necesario dar nombres) cuya mamá pasó un duelo terrible al tener que dejar a su preciosa niña al cuidado de una extraña….y cómo comprendo ahora sus palabras, sus gestos y su proceso vital, siendo para mí un motivo más de profunda  admiración el haber sabido llevarlo tan bien a pesar de todos los pesares. 
Es muy complicado a nivel emocional separarte de algo a lo que has estado tan pegada durante estos últimos casi 8 meses de vida (más los 9 de embarazo, claro)  de forma constante, día y noche, segundo tras segundo, contemplando su vertiginosa evolución con sus cambios, sus diferentes caras, su humor, sus rabietas, sus malestares, sus risas, sus sonidos…y estas palabras no acabas de llenarlas de significado hasta que no te toca a ti. Así que esta semana andamos todos un poco alterados, muy susceptibles, un pelín llorones y bastante tristones….mientras tratas de repetirte que es lo mejor para los dos, que todo saldrá bien, que a la larga os beneficiará…aunque por momentos te ves sobrepasada por las contradicciones, esas que te dicen que las particulares circunstancias que vivimos no nos dejan alternativa y lo único que nos queda es apretar los dientes e intentar convencerte de que lo que estamos haciendo es lo mejor para él, aunque el alma nos pida que alarguemos al máximo este momento tan único como son los primeros meses de vida de cualquier bebé.
Ser madre en una sociedad como la nuestra conlleva frecuentemente el error de creer que puedes llegar a todo y tenerlo todo bajo control (trabajo, familia, relaciones sociales, pareja, retos personales…), sintiéndote completamente frustrada al comprobar que dicha creencia es materialmente imposible ponerla en práctica sin los superpoderes de las heroínas de los cómic.  Y así, solemos caer en el error de considerarnos  “malas madres” al ser víctimas de un discurso social contradictorio en el que,  por un lado, de forma a veces muy sibilina, se nos culpabiliza por trabajar fuera de casa y se nos hace responsables de todos los problemas futuros de sus hijos, con todo el coste emocional que esto supone. Y por otro lado, se impone el discurso en el entorno laboral de total disponibilidad a las exigencias profesionales para ser reconocidas y promovidas como trabajadoras tras nuestra reincorporación al trabajo….Ambas contradicciones provocan un estrés que no siempre resulta fácil de superar sin vernos obligadas a elegir entre uno u otro rol….
 Y en esas estamos.....así están las cosas…y así se las hemos contado.

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